sábado, 20 de octubre de 2012




El Mandala
Proceso Terapéutico



  
…“Aprender a estar sano es aprender a saber lo que uno quiere”…[1]



Comenzamos con esta frase tan significativa porque no todos sabemos que es lo que queremos y esto nos trae desventura. Desde hace un tiempo vengo observando que se va tratando de construir un nuevo camino hacia la salud, este camino nos lleva a trabajar los aspectos de la salud en la persona y o tanto en la enfermedad. Generando distintas actividades más preventivas complementarias que curativas, dando lugar a lo saludable, corriéndonos del foco enfermizo.
Desde este lugar tocaremos el tema Mandalas, con la mente y el corazón abierto, el mandala se convierte en un espejo que nos devuelve una imagen de nosotros mismos en símbolos, formas y colores; dándonos respuestas, revelándonos emociones y sentimientos en el aquí  y ahora.

Desde las pinturas rupestres que existen en el mundo como las primeras manifestaciones del ser humano en la tierra, se sabe que cumplían función ritual-mágica; haciendo un puente con los mandala como círculo protector, eco de esas historias rescatadas de la antigüedad, estos antiquísimos Efectos Mágicos se asocian con el símbolo circular almacenados en el Inconsciente siendo el gran contenedor simbólico.
Pensando en los pueblos originarios sabios nativos de la tierra que vivían en común unión con el todo, no sufrían de los “males contemporáneos” como lo es la des-integridad de los opuestos. Cada persona en su interior integra lo macro y lo micro, luz y sombra, inconsciente y consciente, el yin y el yang.  Estas energías desintegradas en el interior con alguna polaridad en el inconsciente bajo el dominio de la sombra, generan en la persona trastornos en la conducta.

…”Mediante el comprender nos liberamos de la dominación por lo inconsciente”…[2]

Hoy en día esos efectos se desarrollan y aplican, considerándolos como beneficios y herramientas terapéuticas que trabajan: en la concentración, meditación; la baja de ansiedad, reconstruyendo la personalidad en la unidad originaria.

Al desarrollar estos diagramas, inmersos en la acción de la práctica del mandala, se produce internamente en el realizador un proceso unificador de la conciencia, desarrollando y potenciando la unidad, la concentración y la integridad en la psique. Se logra la manifestación de lo oculto del inconsciente, con el beneficio de descomprimir la información que puja por salir y si los contenidos no son canalizados de alguna manera saldrán para vivificar lo oculto, en actos fallidos, en humores ácidos, en actos poco felices.
 
Su forma concéntrica nos ayuda a relajarnos, bajar las tenciones, siendo un buen método que le permite al realizador encontrarse con este antiguo esquema. Proporciona equilibrio y serenidad entre lo manifestado y lo oculto, trabaja de manera silenciosa por el laberinto del alma, se ocupa de las dualidades polares internas.
El intelecto y el corazón, favorecidos por el trabajo con el círculo y su intrínseco punto central que evoca la concentración y la atención, permitiendo que los espasmos de la conciencia: objeciones, enjuiciamiento, valoraciones; concluyan generando una nueva actitud mental para dejar fluir la simbología del Inconsciente. Es el almacén infinito de nuestra información primordial  y primitiva, el que aporta los símbolos para ser expresado en su máxima potencialidad y cristalizar el mensaje oculto y alcanzar la trasformación en la unidad, el self y no pendular en los opuestos.
El Círculo, imagen representativa de la Unidad y la Totalidad si se lo trabaja creativamente, se incorporan los aspectos Terapéuticos del Dibujo del Mandala. Al diseñar la circunferencia en el ser se produce una Nueva Actitud Mental que es consciente de la dualidad en los acontecimientos.

…“Aprender a estar sano es aprender a saber lo que uno quiere”…[3]

El Mandala como mensajero del inconsciente, transitar de esta manera el camino de la vida, nos lleva a tener y nos devela otra dimensión de nosotros mismos. En el movimiento, el acto motor de la mano con un lápiz deja un trazo, una línea que contiene una energía y sella la hoja con su impronta. Esta actitud corporal quinestésica, es una expresión y una representación de lo más profundo del ser que sale en ese espacio, círculo mágico, mandala o imágenes eternas que se alojan en el inconsciente y son representados mediante símbolos y simbolismos.

A lo largo de los años se sigue manteniendo vigente ya que no es una cuestión de moda sino que apela a despertar las representaciones del inconsciente personal y el colectivo; siendo un canal directo de charla con nuestras negaciones, represiones, miedos y también fantasías corridas a la sombra del inconsciente. En ese recinto -espacio mágico- o círculo encantado, contiene la unión de las polaridades. La unidad de las fuerzas internas que constituyen la personalidad, la imagen de totalidad del círculo envuelve la dualidad generando dicha unidad. Estas fuerzas las voy a nombrar dentro del Ying y Yan, abarcando así todas sus concepciones y connotaciones.
 
…”El símbolo mandálico no solo es expresión sino que también tiene efecto. Reaccionando sobre su autor”…[4]

Ahora bien, ¿cómo llegamos a apropiarnos de esta herramienta terapéutica hoy en día? Jung fue quien estudio por largos años las distintas culturas que utilizaban el círculo y su centro, concluyendo en la utilización y la introducción de los mandalas en las terapias de la cultura occidental, con el objetivo de alcanzar la búsqueda de individualidad en los seres humanos y en los beneficios antes nombrados.

Con este pequeño informe, la intencionalidad es salir de lo estético de este diseño y aproximarnos un poco más a una herramienta que tenemos al alcance de nuestra mano y en lo cotidiano para tener un conocimiento y una aceptación más amplia de nosotros mismos, crecer en armonía y llegar a una vida más saludable y plena.

 
Instructora en Mandalas
Marina Sorbello
15 40 42 23 36 / 35 20 05 45


[1] Kabaláh libro pg. 173.
[2] Carl Gustav Jung.
[3] Kabaláh libro pg. 173.
[4] C. G. Jung, cita del libro “El Secreto de la Flor de Oro”. Pg. 41.


Hasta la próxima. Namasté